Si algo tenía claro con este tapiz es que necesitábamos dar paz y serenidad al dormitorio principal.
Ondas suaves y sinuosas transmitiendo el entorno que Aida necesitaba para sus noches de calma. En un espacio con las olas del mar tras sus muros no podía ser de otra forma.
La combinación de nudos para aportar volumen y los flecos bien abullonados, como la espuma que vemos tras una ola que resuena en nuestras conciencias.
Colores neutros que permiten combinar con textiles de cualquier color y cambiar radicalmente un ambiente plano con 2 gotas de color.
Sólo nos queda imaginar el olor a libertad, a la mar en movimiento y el viento que entra por la ventana acariciando cada hilo, meciendo los flecos al son de la luna.